AL CIERVO DE DIOS
La verdad que el
compromiso de escribir este poema
es tan grande y muy
hermoso, no he de escribirle a cualquiera,
escribo al Ciervo de
Dios, al médico de los pobres,
a quien le pido un
favor y con amor me responde.
A José Gregorio Hernández , nacido
allá es Isnotú,
un pueblito de los
Andes, vivió allí su juventud,
en vida salvó la vida
de quien estuviera enfermo,
y salvando a uno
murió, sin que pudieran preverlo.
No ha sido
beatificado, se está esperando un milagro,
ese que pide la Iglesia,
para proclamarlo santo,
pero al pueblo no le
importa su fe crece día a día,
no en vano su nombre
imploran, digna es su feligresía.
Cada favor recibido lo
enaltece ante el Señor,
sus milagros
bendecidos por la mano del Creador,
es nombrado cada día,
cuando amanece… al dormir,
por aquellos que
agradecen que por él pueden vivir.
Sus manos santas,
benditas han curado a tanta gente,
ni los médicos lo
explican, pero saben que sucede,
muchos juran que lo
han visto, recorriendo esos pasillos
que caminó tantas
veces, cuando aún estaba vivo.
Doctorcito aquí te
espero, posa tus manos en mi,
quítame el dolor que
tengo, mira que quiero vivir,
acudiré a tu
Santuario, cantaré mi amor por tí
has que el mío sea el
milagro que esperan por fin en ti,
Que tu nombre se venere,
que se riegue por doquier
hacedor de mil milagros,
en ti se puede creer,
nadie a acudido a ti
en vano, sin tu ayuda merecer,
eres honra de ese
pueblo que por siempre tendrá fe.
Y aunque habitas en
el cielo, al lado del Creador,
sigues bajando a la
tierra, sigues brindando tu amor,
no descuides a los
pobres, que ansiosos rezan por ti,
esperando ese
milagro, para poder ser feliz.
Autora Iris Ponce
Código: 1503043396707
Fecha04-mar-2015 20 :21 UTC
Licencia: Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivatives 4.0
Fecha
Licencia: Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivatives 4.0
No hay comentarios:
Publicar un comentario