miércoles, 4 de marzo de 2015

AL CIERVO DE DIOS...


AL CIERVO DE DIOS

La verdad que el compromiso de escribir este poema
es tan grande y muy hermoso, no he de escribirle a cualquiera,
escribo al Ciervo de Dios, al médico de los pobres,
a quien le pido un favor y con amor me responde.

A José Gregorio Hernández, nacido allá es Isnotú,
un pueblito de los Andes, vivió allí su juventud,
en vida salvó la vida de quien estuviera enfermo,
y salvando a uno murió, sin que pudieran preverlo.

No ha sido beatificado, se está esperando un milagro,
ese que pide la Iglesia, para proclamarlo santo,
pero al pueblo no le importa su fe crece día a día,
no en vano su nombre imploran, digna es su feligresía.

Cada favor recibido lo enaltece ante el Señor,
sus milagros bendecidos por la mano del Creador,
es nombrado cada día, cuando amanece… al dormir,
por aquellos que agradecen que por él pueden vivir.

Sus manos santas, benditas han curado a tanta gente,
ni los médicos lo explican, pero saben que sucede,
muchos juran que lo han visto, recorriendo esos pasillos
que caminó tantas veces, cuando aún estaba vivo.

Doctorcito aquí te espero, posa tus manos en mi,
quítame el dolor que tengo, mira que quiero vivir,
acudiré a tu Santuario, cantaré mi amor por tí
has que el mío sea el milagro que esperan por fin en ti,

Que tu nombre se venere, que se riegue por doquier
hacedor de mil milagros, en ti se puede creer,
nadie a acudido a ti en vano, sin tu ayuda merecer,
eres honra de ese pueblo que por siempre tendrá fe.

Y aunque habitas en el cielo, al lado del Creador,
sigues bajando a la tierra, sigues brindando tu amor,
no descuides a los pobres, que ansiosos rezan por ti,
esperando ese milagro, para poder ser feliz.



Autora Iris Ponce
Febrero 27, 2015

Código: 1503043396707
Fecha 04-mar-2015 20:21 UTC
Licencia: Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivatives 4.0

No hay comentarios:

Publicar un comentario